martes, 30 de octubre de 2007

A.G.I. Amor Genérico Intercambiable


En cada instante percibo tu aroma
el aire te contiene
por eso te digo: todavía te quiero.

Aún el tiempo no ha logrado borrarte
y si busco en esa chica tu mirada
me doy cuenta en seguida
que no eres intercambiable.

Todos los rincones de mi corazón
te buscan con gran ilusión
como Romeo a Julieta
como Homero a March.

He hecho el amor con ella
pensando en ti
no, no es saludable Isabela
¿o Lety?
ni siquiera recuerdo su nombre.

lunes, 29 de octubre de 2007

El carretón de San Pascualito

Cuando las luces se apagan, la ciudad se ve tan triste, la luna entonces, majestuosa se encarama en mi ventana e ilumina toda mi habitación. Ella sabe tantas cosas mías. Por ejemplo ayer me vio derramar unas lagrimitas por una tontería. Si, es que me acordé de ti. Sé que no es sano. Pero qué quieres el pensamiento va adonde le da la gana no adonde le conviene ir.

Por un momento volví a estar contigo. A lo lejos se escuchaban los ladridos de los perros, las campanas de la iglesia del Carmen, el canto de la noche y, no sé, eso me parece producto de mi imaginación desbordada. No estoy seguro pero oí el arrastrar de cadenas o ruedas. Sobresaltado. No alcanzaba a reaccionar. Después de un momento de vacilación decidí enfrentar mis miedos y asomarme a la ventana que da a la calle. ¡Dios mío! No podía dar crédito a lo que miraba. Un carretón llevando un féretro. Un hombre con el rostro totalmente cubierto lo conducía. Mi corazón latía revolucionado. Consulté mi reloj de pulsera. Las doce en punto.

Ya sabía de la leyenda que cuenta sobre el carretón de San Pascualito, pero verlo con mis propios ojos era otra cosa. Mirarlo significa la muerte próxima. Pero estaba petrificado, clavado, sin poder despegarme de la ventana.

Pasó mucho tiempo hasta que el hombre, aquel encapuchado, viro directamente hacia donde estaba y con sus grandes ojos, enmarcados por la tela que cubría su rostro, me miró directamente a los ojos. Sentí desfallecer. Entonces alzando el brazo me apuntó con una vara y enseguida hizo una cruz. Su ayudante presto tomo nota en un cuaderno imaginario.

Eso sucedió anoche. Por lo que estoy aterrado. Hoy en la mañana he dedicado el tiempo a buscar información en internet. En google he puesto las palabras: “Carretón de San Pascualito”. Arroja varias entradas. En todas ellas se habla de una leyenda que señala a San Pascualito como el encargado de recoger las almas y quien lo escucha por “ningún motivo debe asomarse”, de lo contrario será señalado como próxima victima mortuoria fatalmente designado al atreverse espiarlo.

Así que no estoy seguro pero este puede ser mi último escrito.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Por estos caminos de dios

Ayer me pareció verte
encontrarte, encontrarme
en esos tus lindos ojos marrón
pero sé que no eras tú,
fue ilusión.

¿Sábes por qué estoy seguro?
es que en cada mujer
en cada cuerpo, te miro
y eso es irracional.

La nostalgia me hizo un guiño
sonreía complacida
-ella no me quiere abandonar
¿Se puede vivir así?

Un clavo saca otro clavo
¿Será cierto?
¿No será que lo hunde mas?

Pero, la función deber continuar
y el telón ya se abre
todo, todo debe proseguir.

lunes, 22 de octubre de 2007

El circo

Minicuento


Cuando los payasos hacen su aparición el público expectante irrumpe en un aplauso interminable. Y es que ellos son grandiosos. Con sus vestidos multicolores provocan un estado de ensueño que se percibe hasta en la respiración.

El anunciador con voz clara y potente, aunque con un acento extraño, pide la colaboración de personas del público. Mi padre, que no es necesario decirlo, siempre está dispuesto, se presta inmediatamente. Ustedes saben que él es así.

El acto en cuestión es en verdad bastante peligroso. ¡Se trata de ser ayudante del Lanza Cuchillos!, una labor no acta para cobardes, pero mi padre es valiente, aunque cuando anuncian que el lanzamiento será desde una distancia bastante considerable le veo un semblante que se asemeja a un rictus caricaturesco, francamente con ganas de llorar. Me compadezco.

Una capucha viene en su ayuda. Es cubierto para que no vea el lanzamiento “…evitando así que presa del terror, se mueva y provoque un accidente, que en esas circunstancias sería fatal,” comunica el presentador.

El Lanza Cuchillos, allá a lo lejos, cuenta uno, dos, tres y en vez de arrojar el arma puntiaguda desde allí, se la pasa a su colaborador, quien a su vez, corre a la tabla y clava el cuchillo en ella, de manera que no represente ningún peligro, pero eso mi padre no lo sabe. Es descubierto. Con el rostro desencajado, bastante pálido, respira “aliviado”. Eso provoca las risas del público.

Yo, mientras tanto, espero a que vuelva con nosotros y cuando lo hace le doy un gran beso, lo reconforto y le explico lo que realmente sucedió. Juntos reímos. Me siento mas cerca y mas unida a él. Aprovecho la situación y con la vocecita que utilizo para mis propios intereses le digo: “-Me compras una espada luminosa, papi”

viernes, 19 de octubre de 2007

El episodio de la verdadera historia del Alacrán


Minicuento urbano

Manuel Miranda alías “El Alacrán” vivía en una zona residencial de Tuxtla Gutiérrez. En los lugares mas nice se le podía ver. Siempre disfrutando de la vida acompañado de sus mejores amigos. Con la aptitud de un niño bien se desvolvía con singular arrogancia. Todo, podría decirse, marchaba sobre ruedas, sin el menor atisbo de preocupaciones que empañaran sus diversiones.

Pero llegó un día en que las cosas le empezaron a parecer ordinarias, y por lo tanto; aburridas. Ideando nuevas formas de pasar el rato decidió buscar la forma de conquistar muchachitas recién llegadas de los muchos pueblitos que tiene el estado de Chiapas.

En esas andaba cuando el suceso aquel que publicaron los periódicos. Seguramente lo recordarán porque todo el día estuvieron con lo mismo los noticieros locales.

La mañana del 22 de septiembre al arribar el autobús proveniente de la región de los Altos del estado, El Alacrán ya esperaba impaciente una mas de sus victimas. Al parecer era su día de suerte. Una chica de ojos verdes, tez apiñonada, buenas formas y de mejor caminar, ataviada con el vestido típico de las íngenas, prometía un excelente día de pesca.

En menos que canta un gallo, la chica ya era presa del cazador.

Estaban en el departamento oficial para estas actividades. Puesta la mesa, tan solo hacia falta servirse. Él, se regocijaba de su capacidad de seducción, casi se sonrojaba al pensarlo.

El acto final se consumaría dentro de unos minutos y pasaría a engrosar la lista de mujeres incapaces de resistirse a sus encantos. Pero la vida le tenía una sorpresa, la chica no era una chica, sino un chico. Divino o divina, pero con aquello que les cuelga a los caballeros.

Fue allí donde se cumplió la sentencia: “Con la vara que mides serás medido”.

Cuerpo a cuerpo


Minicuento urbano

Este es un caso clínico.

Todos alguna vez hemos tratado de hacer actos heroicos. En alguna etapa de nuestra vida procuramos estar del “lado bueno”, para ello luchamos contra la injusticia. Quién no recuerda al chiquillo de gruesos lentes, relegado en todo, que en un impulso de grandeza lo incluimos en nuestro equipo de futbol, a sabiendas que “no aportará nada”, bueno, mejor sin comillas; no aportará nada.

Maclovio Landeros era uno de esos. Aún a costa de su propia vida decidió emprender una campaña de educación vial. En él se hacía realidad el dicho: “Hay que predicar con el ejemplo”. Cuando leyó en el Reglamento de Tránsito “En los cruceros o zonas marcadas para el paso de peatones, donde no haya semáforos o Agentes de Tránsito que regulen la circulación, los conductores harán alto para ceder el paso a los peatones, etcétera”. Él lo comprendió inmediatamente.

Cuando cruzaba por las esquinas hacía valer su derecho de paso y avanzaba obligando a que el conductor en turno se detuviera, no sin antes recibir un insulto, sin embargo consideraba que del susto que se llevaban para otra ocasión tendrían más cuidado al doblar una calle, aunque en la lección arriesgara su vida y como premio obtuviera el consabido: “¡Órale, fíjate pendejo!”.

Transcurrieron cuatro años de “continuas lecciones viales” sin que ocurriera nada grave, hasta que decidió venir a Tuxtla a seguir impartiendo sus “clases”. Fue su perdición.

Ahora descansa en la fosa común, víctima de un conductor que no aprobó la lección.

lunes, 15 de octubre de 2007

Sin libertad



Minicuento

para mi amigo Porfirio


El canto de los pajarillos en el zoológico es, me parece a mi, bastante triste. Me imagino que es por que están encerrados. Las guacamayas son tan parlanchinas que con ese tremendo griterío, nosotros los humanos, solemos equivocarnos y creer que son felices. Lo que les voy a decir, no es un cuento, es algo real. Yo no soy de esas que se la pasan contando historias sin sustento.

Les decía, el sábado hacía un clima espléndido, entonces que mi primo empieza con su “vamos al zoológico, sí tío, si tío, si tío, ¡Ándale di que sí! Siiiiiiiiiiiiiii”, jijijiji, con ven está un poquito influenciado por la tele. Entonces su tío, que es mi papá, nos llevó a que viéramos los animales.

Todo pintaba como un día normal. Los monos araña allá en lo alto columpiándose, los lagartos tan quietos como estatuas, el arroyuelo fluyendo constante, los turistas hablando idiomas que no entiendo, etc.

Cuando nos acercamos a la jaula donde están las guacamayas, las vimos; las admiramos por su gran colorido. Unos cuatro minutos permanecimos ahí y ya nos alejamos cuando… Sí, sé que no lo van a creer pero escuché clarito que una de ellas decía: “Rebe, Rebe me dio gusto verte hoy”, al principio creí que era mi primo, jajajaja, pues él suele imitar sonidos. Pero no, definitivamente la voz venía de mas allá arriba, justo donde estaba parada una guacamaya. Mirándola fijamente, no podía dar crédito, pues no sabía que las guacamayas pudieran hablar. En sus ojos noté una gran necesidad de comunicación. Pero si se la pasan charlando entre ellas, pensé.

Lo que ella me contó no se los puedo decir, por qué fue algo confidencial. Bástense con saber que no son felices estando encerradas y cuando pían solo piden:

¡Libertad, Libertad!

lunes, 8 de octubre de 2007

Niño rico, niño pobre

El clásico tipo que vive feliz aunque no tenga donde caerse muerto, así era Roberto Palacios, Robert para sus amigos. Le gustaba bailar, parrandear, perderse entre los brazos de quien fuera, único requisito,-que usara faldas.

Ya casi terminaba la feria del Señor de la Misericordia, patrono del pueblo y él no estaba dispuesto a perderse de la “mera noche”, en la que se presentaría Los Bukis, y para variar no tenía ni un solo centavo, ya solo faltaban unas horas y no encontraba la forma de conseguir la entrada.

A su novia le dijo que la vería dentro. Todo por culpa de sus padres que no la dejan salir con él. Tenían que esconderse. Pretexto perfecto, que evitaba pagarle su entrada.

Sentía que esta vez si se quedaría sin poder disfrutar de la última noche de fiesta, con esos pensamientos estaba cuando vio venir al Rafa, junior del pueblo, hijo del hombre más rico de la región. Muchacho de unos 24 años, algo pendejo, queriendo ser benévolo, realmente era bastante idiota, sobretodo cuando se trataba de conquistar a las chicas. Y como dios al parecer todo lo pone en justa balanza, él necesitaba de Robert y Robert necesitaba de su dinero.

-Que ondas vos, que andas haciendo todavía aquí afuera, ¿qué no vas a ir al baile?, pregunta Rafa.

-mmm, lo que pasa es que mi papá no me dejaba salir, hasta que no le prometiera que no va pasar lo de la otra noche y me hicieron prometer que voy a portarme bien. Ah, también de que no me iba juntar contigo, que porque eres pierdegente.

-Ni que fueras señorita, cabrón. Ya te tengo bien trabajada a la Cancino, pero si yo no puedo entrar ella no te va a pelar.

-Hey vos, pero me garantizás que va a caer.

-Si te estoy diciendo que ya te la he preparado. En cuanto la mire allá adentro le acabo de convencer de que eres buen tipo, camarada pues.

-Ta’ bueno. Vamos a comprar los boletos.

Una vez dentro del local y ya con la mesa bien abastecida por algunas botellas, botanas, y compas mutuos, el Robert se olvidó de Rafa. Él tomaba, bailaba, y el junior permanecía sentado, aburriéndose.

-Ya convenciste a la Cancino, miré que le hablabas al oído mientras bailaban, pregunta el junior con tono de reproche.
-Una tanda más y te la pongo en bandeja de plata, así que aguanta un rato y…tremenda nochecita que vas a pasar, ¿eh? -Finaliza con un gesto pícaro Robert.

Así casi pasó la noche. Llegó las cuatro de la mañana y del Robert ni sus luces. Mientras era buscado por toda la pista de baile. Él, el Robert iba por su segunda vez, en la habitación del hotel Guillén, disfrutando del cuerpo de Aurora Cancino.

lunes, 1 de octubre de 2007

Dirección errónea

Minicuento

Ayer he ido a Venus, te busqué pero no te encontré. Allí solo habitan seres llenos de luz, de ideales elevados, de sentimientos refinados. Me dijiste: “cuando quieras puedes visitarme encontrarme no es difícil, vivo en la avenida amigos por siempre número forever, en la colonia Seres Especiales, de la ciudad Corazón, en el país Venus.”

Siguiendo tus indicaciones, caminé hasta donde la calle se hace cada vez mas estrecha, llegué hasta la puerta marcada como forever, toqué pero nadie abrió.

Decidí no desperdiciar el viaje y recorrer esa hermosa ciudad. Así pude conocer el monumento al Amor, la plaza de la Comprensión, la fuente de la Amistad, el Castillo de la Sinceridad. Obras que ensalzan la belleza del lugar.

Me gustaría algún día instalarme allí, pero por el momento no alcanzo a llenar los requerimientos necesarios para ser ciudadano venusino.

Ya en el aeropuerto en que tomaría el vuelo que me traería de vuelta a la Tierra, alcancé oír a un tipo, que por como se expresaba, intuí, seguramente sería un poeta. Y casualidad de casualidades llevaba la misma dirección que yo antes había recorrido. Quise detenerlo, pero se miraba tan ilusionado que no pude robarle esa ilusión y dejé que comprobara por sus propios medios, lo que horas antes yo había averiguado.

Ah, ya listo para partir de regreso a mi mundo, miré que había unos letreros que indicaban personas no gratas en ese pueblo, pero que de alguna forma habían logrado vivir un tiempo en esa ciudad, camuflándose como seres llenos de la idiosincrasia de esa nación.


Sabes, tu nombre aparecía en primer lugar.