domingo, 23 de mayo de 2010

La soledad


“Querida, Diosa”, escribió. “Desde que ya no veo la luna en tus ojos, mis ojos se han apagado. He vuelto a ser un burócrata triste, sin más ánimos para seguir con esta farsa que se llama vida…mi sangre caliente se ha enfriado con tu ausencia, el chillido de los cerdos me golpea y siento como el ostión cuando le ponen limón, cuando aún estoy retorciéndome de dolor viene otro golpe más de los perros prestos a hacer leña del árbol caído, hasta ahora vengo resistiendo pero no creo pasar la navidad y me solidarizo con el miedo de los pavos. Los planes, nuestros planes, ahora separados por azares del destino han de resistir, deben resistir, porque todavía existen en el mundo personas dispuestas a pelear por la justicia...


…Las huellas de tus pasos aún están estampadas en mi corazón porque tienen tu tinta indeleble. Cerrar ventanas, cerrar puertas dictan los consejeros banales. Como si fuera tan fácil cubrir el inmenso vacío que dejaste con tu partida. El punto es que sigo parado en aquella tarde en que dijiste adiós...


…El viento de mayo con sus lluvias adelantadas llenan de rocío las mañanas, entonces por el cristal nublado veo pasar a la gente casi corriendo a sus respectivos trabajos y yo me quedo pensando si tendrá algún sentido continuar.


…Ja ja te vas a reír lo sé muy bien, ayer fui a un templo evangelista a escuchar la palabra de Dios que a través del pastor, se manifestó con una rabia iracunda solicitando el pago de los diezmos con pena de ser excluido del paraíso en caso de no contribuir a la inmensa obra del señor, ¿puedes creer eso?, no volveré más a ese lugar, aunque la chica que me invitó quedó muy decepcionada y dijo que es el demonio que me tiene prisionero…


…El país se hace pedazos, en Chiapas sin embargo con el mismo espíritu de Ariel Gómez, ese personaje de radio, el que por cierto ya no discrimina porque aprobó un curso de no sé qué diablos, seguimos festejando; aunque sigamos viviendo en la mismísima mierda… ”


Hugo ya no pudo continuar escribiendo, la sangre para ese entonces ya formaba un charco bastante grande. Él murió con una sonrisa, aunque en el fondo sabía que ella nunca leería esta carta, simplemente porque ella era solamente un producto de su imaginación.