lunes, 17 de noviembre de 2008

De porqué cobro como jefa


Muchas veces he pensado que para ser jefa de algo, de lo que sea, debo cultivar algunos atributos inherentes a las personas que están al frente de un grupo de personas. Estoy segura que deben ser seres especiales, con cualidades que no posee cualquier mortal. No sé si alguna vez logre poseerlas, pero es que son realmente admirables. Para que me entiendan les voy a contar lo que me pasó ayer.

El jefe de la coordinación donde trabajo mandó a llamarme, hombre que tiene fama de duro. Estaba muy nerviosa, casi ni sentía las piernas, no lograba articular las ideas y además pequeñas gotitas de orina mojaban mi ropa interior. Es que llevo algo así como tres meses en esta dependencia de gobierno. Entré recomendada por un primo, la cosa está en que desde que ingresé no he tenido nada que hacer, lo único que he hecho es cobrar las quincenas.

Seguramente me va a despedir, estoy segura, estoy segura. Me repetía mentalmente. Le conté a mi primo, el que me recomendó: “tranquila no pasa nada, lo más que puede pasar es que te cambien de área, así que no hay de que preocuparse”, me dijo.

La oficina del coordinador estaba muy fría, el aire acondicionado trabajando al máximo, -seguía yo temblando-. Detrás de su escritorio parecía ser un dios griego.

-¡Buenos días, licenciado! Saludé.

-Buenos días, Paola. Mire, iré directo al grano, ya sabe como soy –prosiguió-. La he mandado a llamar para informarle que estoy muy complacido con su trabajo…

Siguió diciendo cosas: que la gente como yo merecía estímulos, que podía llegar a ser jefa de área, etcétera. Pero yo estaba tan sorprendida que dejé de ponerle atención y la pregunta, obvia era: ¿Cómo diablos supo que tengo todas esas condiciones? Sino había movido un dedo en tres meses, más que para firmar la nómina.

-Quiero que vaya a las oficinas centrales. Sepa usted que no cualquiera puede estar ahí.

-¿Cuándo?-. Alcancé a preguntar.

-Inmediatamente. ¿Qué me responde?

No podía decir que no.

-Me parece la mejor decisión -y me tendió la mano felicitándome-. Póngase en contacto con Carmelita, concluyó.

Las oficinas centrales están en el mismo edificio, así que no me llevó mucho tiempo reportarme con la tal Carmelita.

-Buenos días, licenciada.

-Buenos días, Paola. Ya te estaba esperando, el licenciado Carlos me informó que tú vendrías. Al director general le gusta dar la bienvenida a toda persona que colaborará con nosotros. Así que pásale a la oficina del ingeniero. -Me hizo un gesto que leí como: “pórtate bien, disfrútalo y así es esto niña”.

-¡Buenos días, ingeniero!

-¡Buenos días, pásale, pásale, Pao! Parecía muy complacido, su amplia sonrisa lo delataba. Como perro de caza, casi babeaba.

Solamente tenía dos alternativas: abrirme camino por otro lado o abrir las piernas. Decidí lo segundo. Creo que fue la mejor decisión. Porque cuando lo tenía desnudo, indefenso, sin sus achichincles, me dijo al oído: “desde mañana cobrarás como jefa de área”.

No hay comentarios: