viernes, 29 de agosto de 2008

Puerta falsa


Venus al igual que Alfonsina se perdió en las profundidades del mar, desde entonces espero su regreso anclado en el recuerdo de aquel día. Sé que se fue para siempre, pero la espero aquí parado en las arenas del inmenso océano.

El aroma de sus ojos, el perfume de su piel, su sonrisa en cascada, sus manos tersas, sus ocurrencias; presentes en el viento fuerte que sopla esta tarde, me azota el alma, entonces procuro atraparla, pero el aire es travieso y se me escapa cual pez en el agua.

Evoco entonces sus palabras:

…el tiempo me llevará lejos/porque el vuelo será eterno/viajaré recostada en las nubes/por ello no sufras/yo estaré bien…

¿Por qué no la sigo? Me cuestiona una vocecita. Y tengo que confesarlo tengo miedo de que el más allá no exista y al abrir la puerta no encuentre la luz, sino la eterna oscuridad.

Quizás algún día de estos me atreva, por ahora esperaré contemplando el ir y venir de los días grises, de las tormentas de arena que perturban mi ser, de los seres humanos que envenenan el cielo, del odio anidado en el corazón de mi vecino y en el mío.

Algunas veces; es cierto, busco sobrevivir aferrándome a un pasado que ya no volverá. De cuando Venus y yo hacíamos castillos de arena, poemas de eternidad, cuentos que no tenían fin y creíamos en un Dios-todo-amor-por-siempre.

No sé cuanto tiempo resista sin lanzarme a las aguas azules que coquetamente me llaman.

Tal vez mañana, hoy he resistido una vez más.

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