lunes, 22 de septiembre de 2008

San Cristóbal, ciudad cosmopolita


El idioma que me parece cachondo por excelencia es el francés así que siempre he tratado por todos los medios a mi alcance de ligar a una francesa, pero como dice el dicho: “en donde menos se piensa salta la liebre”, así que puedo jurarlo ante un juez que no era mi intención. Pero un viernes cualquiera de una fecha cualquiera decidí asistir a un festival de jazz en San Cristóbal de las Casas, ahí estaba muy contento de presenciar la ejecución de verdaderos artistas, cuando de repente una turista se me acercó:

-Tú indicarme hotel barato poder alojarme, disculpa.

Yo que siempre he sido un hombre consciente de la necesidad de mostrar amabilidad al turismo me puse a sus órdenes. Indicándole en forma gráfica y muy detallada la manera de llegar a un hotel limpio, agradable pero sobre todo económico. Que casualmente era en donde yo mismo estaba alojado. Mi timbre de voz tan preparado para dar confianza, enseguida dio los resultados que esperaba. Cabe aclarar que ese dominio de los tonos no es gratuito, sino que se lo debo a mi coordinador de ventas, que me ha enseñado a dominar este arte.

-Tú poder acompañarme, preguntó Monique.

Era el nombre de aquélla. Aquí voy a confesar algo, con cierto recelo, ella tenía unas piernas fuertes, que orgullosamente lucía, unos senos no muy grandes pero justos como a mi me gustan, una cabello ligeramente rizado de color dorado, unos ojos celestes y unos labios rojos con cierto ímpetu contenido de beber o chupar algo. Sin embargo puntual y textualmente dije:

-Si esperas a que termine la presentación estaré encantado en llevarte en mi auto.

Existía la posibilidad de que ella decidiera irse sola, en todo caso habría perdido la oportunidad de entablar una relación, pero la fortuna estaba de mi lado y ella también estaba interesada en escuchar a todos los participantes.

Después de algo así como cinco o seis horas de escuchar jazz y de beber algún vinillo para soportar el frío de las nueve de la noche. El alma y el cuerpo mismo se predisponen para volar.

Así que en vez de conducirla al hotel nos fuimos a un antro de los muchos de la ciudad, Luna Nueva, o algo así creo que se llama. En este punto tengo que presumir de mis dotes de bailarín que tenían encantado a la francesita.

Ya casi a las tres de la mañana y con el cuerpo sudado decidimos retirarnos a descansar, pero yo que además de ser ejecutivo de ventas, soy primeramente licenciado en economía, sugerí que no era necesario que ella pagara otra habitación cuando era posible que yo, alma de Dios, compartiera por una noche la cama.

-Encanta de mexicano tan alegre y acogedor, me parece correcto

-Sobre todo a c-o-g-e-d-o-r, pronuncié deletreando lentamente, seguramente ella no lo entendió pero a las cuatro de la mañana cuando por tercera vez hacíamos el amor probablemente había comprendido el concepto.

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