jueves, 19 de julio de 2007

La Pereza


Era un hombre tan, pero tan perezoso que se estaba muriendo porque no quería comer. Inútiles eran los esfuerzos, primero de su esposa, después de su madre y por último del médico. El hombre era ya un costal de huesos, su cuerpo lucía esquelético. Argumentaba que mover la mandíbula le daba flojera, que no valía la pena el esfuerzo, si morir era consecuencia de su actuar o del no actuar, asumía la responsabilidad. No quería entrar en discusiones filosóficas sobre su conducta, ya que esto lo cansaba.

Mientras les cuento esto, él decidió dejar de respirar.

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