viernes, 4 de enero de 2008

Ángel, demonio o simplemente ser humano


Son las tres de la mañana, él espera la llegada de María, su esposa. Se supone debería estar de vuelta en casa a más tardar a las dos. Su corazón palpita agitado, en un frenesí que crece a medida que la noche avanza. No es la primera vez que pasa esto. En el último mes ha sido la constante.

El cansancio de la espera por fin vence a Mario. Ahora duerme con un rictus de dolor que refleja la lucha que libra con seres demoníacos.

Cuando el despertador suena son las seis de la mañana. Mario revisa rápidamente sus pensamientos de la madrugada, en tanto, apresura la rutina. Tiene exactamente una hora para llegar al trabajo.

Mario es jefe del área de fabricación de materiales. Es un empleo interesante. Sobre todo agradece al cielo, el no tener que estar como robot todo el santo día, ensamblando pieza tras pieza en el área de producción.

Ella, María, descansa aún, arrollada junto a su pequeñita. En su cara existe una paz del tamaño del mundo. Cuando Mario ve la escena se culpa de los malos pensamientos. Besa en la frente a su hija y a su esposa. Acomoda las cobijas y se aleja presuroso a tomar el transporte público que lo llevará a la fábrica.

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